Los desastres naturales cuestan con frecuencia cientos de miles de millones en infraestructura. En los Estados Unidos, los huracanes han causado pérdidas de casi 100 mil millones de dólares, y los incendios forestales en California costaron casi 65 mil millones de dólares en daños. Desde la década del 80, los Estados Unidos ha pagado costos acumulativos de más de 1.1 billones de dólares debido a una amplia variedad de desastres naturales diferentes, además de la invaluable pérdida de muchas vidas.
Si bien algunas personas pueden ver a los desastres naturales como algo inevitable, la realidad es que la situación podría haber sido mucho menos crítica con un enfoque más proactivo a la construcción, además del uso de nuevas tecnologías. Después de todo, la amenaza más significativa a la seguridad no son los desastres naturales, sino la falta de regulaciones estrictas que permiten construcciones pobremente hechas, inclusive en áreas de alto riesgo.
El factor externo que exacerba los riesgos de los desastres naturales es el crecimiento económico. La falta de prosperidad financiera puede empujar a las personas a asentarse en zonas con riesgo inminente de inundaciones, incendios y otras amenazas. Por esta razón, los esfuerzos combinados de la industria de la construcción y el gobierno en lo que concierne a regulaciones y un análisis propicio de nuevos proyectos, además de una economía estable que permite a los ciudadanos elegir opciones seguras de vivienda, seguirá siendo el método más efectivo para prevenir pérdidas significativas de tragedias como terremotos o tsunamis.
Sin embargo, también hay muchas prácticas que pueden ser implementadas por firmas de construcción y arquitectura para infraestructuras localizadas en zonas vulnerables a desastres naturales para construir infraestructuras mejores, más resistentes y de larga duración.
- Hormigón y continuidad de trayectoria de cargas para los vientos más fuertes
- Ductilidad para el sismo más fuerte
El envoltorio de cada construcción es la primera línea de defensa contra potenciales desastres, ya que previene el ingreso de agua, viento y fuego a la estructura. Los daños estructurales iniciales comienzan luego de que el revestimiento ligero de una estructura se rompe, lo que permite que ingrese agua y viento dentro del edificio. Esta situación puede crear una presión interna que, combinada con las duras condiciones externas, puede llevar a importantes daños, si no a la destrucción completa de la propiedad.
Esta amenaza es la razón por la cual el hormigón es la mejor opción cuando se construye en zonas que pueden ser vulnerables a huracanes, tormentas y tornados. Además, el hormigón también puede resistir altas temperaturas debido a su naturaleza no inflamable, ayudando a contener incendios y evitar que se propaguen. Además de las paredes, techos y pisos de concreto, también se recomienda agregar acabados de exteriores reforzados para las paredes y techos para reforzar aún más la estructura.
Otra práctica de construcción importante es el uso de un método llamado continuidad de la trayectoria de cargas que conecta el marco estructural de la construcción y une el techo a la fundación del edificio. Sin embargo, las prácticas comunes utilizan clavos para conectar cada elemento de la estructura, lo que con frecuencia no ofrece la protección necesaria contra condiciones adversas como huracanes. Es por esta razón que es preferible utilizar conectores metálicos para una mejor resistencia a los vientos, algo que previene las fallas estructurales más comunes, como desprendimiento de techos o que las estructuras sean levantadas de la fundación.
Los terremotos son impredecibles, y si bien con frecuencia son imperceptibles y causan de pocos a ningún daño, los terremotos fuertes pueden destruir ciudades y cobrarse muchas vidas. Por esta razón, es esencial enfocarse en desarrollar una infraestructura confiable en zonas sujetas a esta amenaza.
Esta situación ha hecho trabajar a los constructores en desarrollar nuevos métodos para evitar el colapso de las infraestructuras, incluso luego de sufrir de daño estructural. Luego de años de investigación de parte de organizaciones públicas y privadas, muchos profesionales de la construcción han decidido que la ductilidad es vital para evitar colapsos, ya que las estructuras flexibles pueden resistir daños significativos sin sufrir de una degradación sustancial o pérdida de estabilidad. Por lo tanto, los marcos metálicos de edificación son una excelente opción para infraestructuras construidas en zonas vulnerables a los terremotos.
Si bien aún es imposible prevenir o predecir algunos desastres naturales como los terremotos, la industria de la construcción necesita ser diligente en cuanto a crear prácticas de construcción apropiadas para mitigar las consecuencias de estas ocurrencias tanto como sea posible, ya que hacerlo puede salvar muchas vidas. La colaboración activa entre la industria y los oficiales de gobierno es crucial para poder implementar regulaciones y normas que puedan prevenir pérdidas monetarias excesivas, además de proteger nuestros hogares y el ambiente que nos rodea.