Cuando imaginamos el futuro, tendemos a pensar en hologramas, robots y automóviles voladores. Sin embargo, los avances tecnológicos tradicionales, si bien son útiles, también han traído graves consecuencias para nuestro planeta. En las metrópolis de hoy, el acceso a agua potable, transporte público, electricidad e incluso Internet se da por sentado. A pesar de ello, muchos de estos avances han traído nuevos problemas como el tráfico, la polución, sequías, etcétera. Por esta razón, los avances tecnológicos modernos están cambiando de enfoques puramente funcionales a enfoques de mayor sustentabilidad.
Esta nueva visión de la tecnología pensada en pos de la sustentabilidad está representada en el concepto de ciudades inteligentes, que se refiere a la integración de los avances tecnológicos a los espacios públicos. Su objetivo primario es mejorar la viabilidad de los ambientes locales y los recursos para mejorar las condiciones económicas y de vida de todos los ciudadanos reduciendo desechos y costos generados por el consumo energético, deshacerse de desechos, mantenimiento, etcétera.
Las ciudades inteligentes no apuntan toda su atención y esfuerzos en descubrir nuevos avances tecnológicos. En su lugar, toman la nueva tecnología como una herramienta para mejorar y reimaginar las interacciones entre las personas y su medio ambiente, reinventando la manera en que las personas utilizan la tecnología actual con un enfoque más natural y sustentable. Para lograr esto, se están enfocando en dos objetivos centrales:
- Optimización de recursos: Apuntado a mejorar la eficiencia de nuestros recursos. Algunos ejemplos de optimización de recursos son automóviles autónomos, sistemas de manejo de desechos, paneles solares, etcétera.
- Interacciones sociales: Apuntado a crear conexiones entre los ciudadanos. Algunos ejemplos de avances tecnológicos enfocados a incrementar las interacciones sociales son alojamiento y comercio peer-to-peer, servicios para compartir automóviles, convocatorias abiertas/crowdsourcing, etcétera.
Para lograr estas dos metas desafiantes, las ciudades inteligentes necesitan datos. Sin embargo, los datos sin procesar pueden ser potencialmente más problemáticos que ventajosos, ya que el análisis de enormes cantidades de información sin procesar puede resultar en resultado de alto consumo de tiempo y resultados inconclusos. Por esta razón, la tecnología en las ciudades inteligentes tiende a seguir un proceso de 3 pasos que transforma la información sin filtrar y desordenada en datos valiosos:
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Recolección de información: reúne los datos relevantes al problema en cuestión
- Detección: Uso de sensores de punta o redes de sensores con tecnología como la RFID pueden ayudar a obtener información acerca de todos los aspectos de la vida urbana
- Autenticación: La autenticación en tiempo real puede identificar patrones en los estilos de vida de las personas
- Monitoreo: Como la autenticación, el monitoreo puede ayudar a detector errores y anomalías en tiempo real
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Comunicar información: hace que los datos sean accesibles en otros dispositivos, centros de control, servidores o software
- Computación en Nube: El uso de tecnologías como la computación en nube puede hace que el acceso sea fácil y hacer la distribución de datos más rápida y simple
- Analiza la información: identifica patrones o ciclos para optimizer las operaciones y generar lose scenarios más eficientes
Este enfoque, junto con el deseo de mejorar constantemente y crear ciudades más eficientes, ha llevado a una verdadera innovación en el campo digital: centros de datos públicos con políticas de datos públicos.
Como mencionamos anteriormente, analizar información sin refinar puede resultar en un proceso largo y tedioso que puede ofrecer resultados a tiempo. Por esta razón, algunos gobiernos han tomado iniciativas y creado centros de datos públicos que ofrecen numerosos tipos de información que no sólo disponibles para gobiernos locales, sino también para organizaciones privadas. Esta iniciativa incrementa el valor de la información y aumenta la posibilidad de que se desarrollen soluciones. De esta manera, pueden darse soluciones nuevas y superiores a los ciudadanos con mayor rapidez.
Uno de los mejores ejemplos de una ciudad inteligente es Chicago, gracias a su proyecto “Array of Things” que lleva los centros de datos públicos y la recolección de datos a un nuevo nivel. El proyecto, planificado a ser terminado en 2018, tiene como objetivo la instalación de más de 500 sensores por toda la ciudad con el objetivo de recolectar información muy detallada acerca de la vida urbana en Chicago. Los sensores serán colocados en edificios, faros de iluminación y señales, y recolectarán información acerca de la temperatura del aire, humedad, presión barométrica, vibraciones, niveles de monóxido de carbono, intensidad de la luz, etcétera. Se espera que los datos descubran patrones de tráfico peatonal y de automotores, inundaciones, calidad del aire y mucho más.
Las ciudades inteligentes suenan prometedoras, especialmente después de considerar que se espera utilizar más de 9.7 billones de dispositivos conectados para 2020, haciendo que la recolección de datos sea aún más precisa. Sin embargo, también es importante entender que, si bien en general son positivas, las ciudades inteligentes también pueden tener puntos en contra. El problema principal y más preocupante es la privacidad. Las ciudades inteligentes no pueden volverse más eficientes sin los datos correctos; esto puede revelar potencialmente información sensible acerca de los estilos de vida de las personas y sus hábitos. A medida que nos movemos hacia los centros de datos públicos y los datos manejados por organizaciones privadas, las leyes deben adaptarse y regular su uso.
En consecuencia, las ciudades inteligentes están comenzando a desarrollarse. Con los nuevos enfoques tomados por gobiernos como el de Estados Unidos, podemos ver su enorme potencial y en el futuro, con suerte, las ciudades inteligentes podrán proveernos con soluciones sustentables y más saludables.